lunes, 2 de septiembre de 2013

ROSARIO JUNCOS SÁEZ





MARIA DEL ROSARIO JUNCOS SAEZ


Se incorporó a nuestro colegio con fecha 26 de enero de 1970, si bien inicialmente lo hizo como no ejerciente, pasando a ejercer desde el 1 de julio de 1984. Gran compañera y con un considerable bagaje cultural, desempeñó durante bastantes años y con gran dedicación el cargo de bibliotecaria en las sucesivas juntas de gobierno.
                Sin embargo, en esta brevísima semblanza me gustaría reseñar otra faceta en la que nuestra compañera tuvo ocasión de desenvolverse. Y es que mucho antes de iniciarse en el ejercicio de nuestra profesión, Rosario –conocida y con bien ganado prestigio en la sociedad albacetense- se involucró en tareas políticas, participando en el gobierno municipal de la época. Estoy hablando del año 1966.
                Por aquél entonces –concretamente en el mes de noviembre- se celebraron elecciones municipales. La ley de bases de régimen local vigente a la sazón, establecía que los miembros de las corporaciones locales debían ser designados por tercios. Esto es, una parte de los concejales los elegían los cabezas de familia y otra los compromisarios de los organismos sindicales. Los elegidos por estos dos estamentos se reunían y elegían a su vez a otros tantos concejales entre miembros de entidades económicas, culturales y profesionales o, de no existir, entre vecinos de reconocido prestigio. Este último era el conocido como tercio de entidades o corporativo cuyos candidatos eran designados por el Gobernador Civil de la provincia y en el que se incluyó a Rosario Juncos –por entonces “maestra nacional”- quien finalmente resultó elegida.
                La Corporación a la que perteneció fue constituida en sesión celebrada el 5 de febrero de 1967 y nuestra compañera fue nombrada Delegada de Parques y Jardines. En el acta se hizo constar literalmente que “Ahora, sobre los parques van a ir unas manos femeninas, una inquietud femenina”.
                Creo que viene a cuento señalar que en esa misma sesión del Ayuntamiento compareció otro querido y más que ilustre compañero; D. Ramon Bello Bañón –concejal elegido, igualmente, por el tercio corporativo- quien se despedía de la corporación con bastante tristeza y una más que curiosa evocación cinematográfica habida cuenta que, según sus propias palabras vertidas en una sesión anterior, “es como si nosotros, refiriéndonos al cine, cuando vemos una película y estamos en su momento más emotivo, nos tenemos que marchar…”.
                Como personaje relevante que fue Rosario Juncos, no era de extrañar su aparición en los medios (o digamos mejor, medio) periodísticos. A propósito del referéndum que había de celebrarse en diciembre de 1.966 en el que se sometía a aprobación la Ley Orgánica del Estado de Francisco Franco; en el diario La Voz de Albacete se le preguntó a Rosario el porqué votaría sí a la propuesta. Su respuesta no dejó lugar a dudas: “Como acto de fe apasionada, ardiente, profunda en que el Gran Capitán que guía a España con arte, con ciencia, con mística, con estilo singular, contra viento y marea, firme en el timón, erguido, amoroso, incansable, en vigía tensa y constante. Y además porque la Ley Orgánica es magnífica en su estructura, espíritu, a manera de armazón férreo, justo y exacto que cimenta bien lo edificado y garantiza lo por edificar. Un sí intenso, emotivo, alborozado”.
                Rotunda, apasionada. Así era Rosario y así la conocí yo muchos años después cuando tuve la ocasión y la suerte de poder colaborar con ella. Se trataba de acometer una misión que se antojaba bastante difícil y que con el tiempo se ha demostrado verdaderamente imposible. Ni más ni menos que publicar con periodicidad mensual lo que algunos, pretenciosamente, llamábamos la revista del Colegio de Abogados y que ella, con buena dosis de realismo, denominaba Boletín Informativo del Colegio de Abogados de Albacete que titulaba “Alb-Abogados”.
                En ello estuvimos durante un tiempo Rosario, yo y pocos más; a excepción del periodo en el que pudimos contar con la inapreciable aportación de otro compañero, Dimas Cuevas Cuerda. La aventura duró unos cuantos años en los que compartí con ella experiencias, charlas y  opiniones sobre los temas más variados. En definitiva, una relación que poco a poco se tornó ciertamente afectuosa.
                Permaneció como colegiada ejerciente hasta el 30 de junio de 1999, asumiendo con entusiasmo los asuntos que se le encomendaban por el turno de oficio. De hecho, llegado el momento –y quien esto escribe tuvo ocasión de comprobarlo- no tenía inconveniente en hablar con los miembros de un tribunal solicitando benevolencia para su defendido cuando en algún caso tenía la certeza de que era imposible obtener una sentencia absolutoria.
                Continuó como colegiada no ejerciente hasta el 31 de diciembre de 2002, fecha en la que causó baja.



                Lorenzo David Sánchez Velasco